En la etapa de clasificación, los plásticos se separan según su tipo y composición. Esto es crucial porque diferentes tipos de plásticos requieren diferentes procesos de reciclaje. Por ejemplo, el PET (tereftalato de polietileno) se utiliza comúnmente en botellas de agua y refrescos, mientras que el HDPE (polietileno de alta densidad) se encuentra en envases de detergente y productos lácteos.

Los plásticos lavados se someten al proceso de triturado, donde se convierten en pequeños trozos o escamas. Este proceso facilita el manejo y la manipulación de los materiales durante las etapas posteriores del proceso de reciclaje.

Después del triturado, las escamas de plástico se someten a la granulación, donde se transforman en pellets de plástico. Este paso implica el derretimiento de las escamas y la extrusión a través de una matriz para formar los pellets. Estos pellets son la materia prima que se utiliza para fabricar una amplia variedad de productos nuevos, como botellas, contenedores, bolsas y juguetes. Dependiendo de las necesidades del mercado, los pellets reciclados pueden ser utilizados solos o combinados con plástico virgen en proporciones específicas.